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Gael García Berlanga, Luis Tosar e Icíar Bollaín.
Durante más de 500 años se ha discutido sobre aquel suceso en el que unos navegantes europeos llegaron a tierras que para ellos eran nuevas. 500 años más tarde, Icíar Bollaín conciencia la pantalla.
Durante más de 500 años se ha discutido sobre aquel suceso en el que unos navegantes europeos llegaron a tierras que para ellos eran nuevas. Se habla de "conquista", de "descubrimiento", de "invasión", según la palabra que uses puede enmarcarte sobre la opinión que tienes al respecto. Ese suceso fue, en su concepto más difundido, la "conquista de América", la cual tuvo su punto inicial aquel lejano 12 de octubre de 1492. Los Reyes Católicos, mandamases de la mayor parte de la Península Ibérica, enviaron a marineros y comerciantes a la India pero estos eligieron otro camino al habitual que les llevó a uno de los puntos de inflexión más importantes en la Historia. Fue tan decisivo que al acto de llegar a otra tierra y explotar sus recursos se le llamó "colonización" gracias a Cristóbal Colón, el "descubridor" (?) del continente poblado de Incas, Mayas y demás pueblos... "pre-colombinos". Posteriormente vino la esclavización de población africana embarcados hacia el "nuevo continente", sometimiento y eliminación sistemática de las culturas indígenas, evangelización mediante el miedo y un largo etcétera. Otra fecha clave es 1812 en la que muchos países de Latinoamérica recobran la independencia. El resto, es conocido.
Volamos varios siglos hacia adelante y nos colocamos en el 7 de enero del 2011, fecha que ha sido legida para estrenar "También la lluvia" de Icíar Bollaín. El argumento trata de dos directores (Luis Tosar y Gael García Bernal, en la foto junto a Icíar Bollaín) que quieren realizar una película sobre la llegada de Cristóbal Colón (un siempre mimético Karra Elejalde) y el sometimiento a los indios. El lugar que eligen es Cochabamba y corren los primeros meses del año 2000. Durante este tiempo, Bolivia se ve envuelta en unos trágicos sucesos llamados "la Guerra del agua" donde la población denunciaba la privatización de la misma y el encarecimiento de las facturas. Los dos directores tienen que convivir con el conflicto mientras quieren terminar de grabar. Ambas historias, los disturbios y el proceso de colonización, se ven mezcladas con maestría para denunciar la falta de soberanía no sólo de Bolivia, sino del resto de América Latina que ha sido el patio trasero tanto de EEUU como de España y Brasil durante muchos años durante los cuales el expolio ha sido el factor común. Donde antes hubo virreyes, luego encontramos empresas y dictadores que bien conocían a un tal Henry Kissinger. La historia de sometimiento se ha repetido hasta que algunos dijeron "basta" aunque los tilden de "autoritarios" e "irracionales". Probablemente, esta película sacuda las conciencias de aquellos españoles de golpe en el pecho que tienen a Isabel la Católica como ejemplo para el género femenino o menosprecien a presidentes electos sólo por exigir dignidad portando un jersey. Pero, pensándolo mejor, quizás no dispongan de conciencia que les dé una bofetada. Lástima.
La película fue proyectada en el I Festival de cine político de Ronda (Málaga, Andalucía).
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