El alza de los alimentos iniciada en 2005, que triplicó y cuadruplicó el valor del maíz y el trigo, afectó con fuerza a Haití, país que importa un 60% de lo que consume.
Los 600 mil desplazados rurales que dejó el terremoto de enero en Haití están presionando por la seguridad alimentaria en esa nación caribeña, ahora amenazada por la temporada de huracanes, advirtió la FAO.
"Acá las lluvias ya empezaron y se puede sentir la tensión social", dijo el supervisor del Equipo Haití de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Yon Fernández.
El funcionario agregó que la situación actual es una acumulación de problemas y tragedias, que mantienen a la mitad de la población bajo el umbral de la pobreza.
"Haití tiene problemas estructurales desde hace años, pero ahora se ha sumado el terremoto, la destrucción de Puerto Príncipe y el nuevo inicio de la época de huracanes", enumeró.
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Además, el alza de los alimentos iniciada en 2005, que triplicó y cuadruplicó el valor del maíz y el trigo, afectó con fuerza a Haití, país que importa un 60 por ciento de lo que consume en nutrientes.
"Se ha empobrecido más el campo", recalcó. Agregó que las familias rurales comenzaron a consumir sus reservas de alimentos y animales pequeños para poder alimentar a los desplazados.
Ante ello, Fernández pidió actuar ahora para evitar mayores problemas en seguridad alimentaria. "Hay que apurar los cultivos de ciclo corto, distribuir semillas, limpiar canales", sostuvo.
En ese marco, aunque reconoció el esfuerzo de los países cooperantes, planteó que aún "no se ha conseguido movilizar los recursos necesarios" para prestar ayuda a la agricultura haitiana.
"Sólo se ha obtenido un 40 por ciento de los 1.400 millones de dólares necesarios", sostuvo.
Haití, cuyo producto per cápita de 648 dólares es el más bajo de Latinoamérica, perdió un 120 por ciento de su producto interno bruto, recordó Fernández.
La población haitiana es de diez millones de personas, de la cual un 45 por ciento vive en el campo, según cifras oficiales.
La cifra de habitantes subiría a 16 millones para el año 2050, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
El 73 por ciento de la población son menores de 34 años y existen aún unos 130.000 niños esclavos (restavek, en lengua creole), según Cepal y Unicef.
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