El 14 de agosto de 1968, moría el estudiante universitario Líber Arce, mártir de la democracia asesinado por las fuerzas represivas, durante una cruenta jornada que bautizó a sangre y fuego el gobierno encabezado por Jorge Pacheco Areco.
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El asesinato del joven estudiante se enmarcó en una vasta ofensiva gubernamental contra las fuerzas de cambio, cuya resistencia a las políticas antipopulares crecía por entonces en calles, fábricas y centros educativos.
El ya legendario grito 'obreros y estudiantes unidos y adelante', movilizaba cotidianamente a miles de jóvenes inspirados en vientos de cambio que soplaban sobre viejas banderas libertarias y el paradigma del mítico mayo francés.
Todo ese juvenil entusiasmo que heredaba las mejores tradiciones del movimiento estudiantil sufrió un traumático golpe en una luctuosa jornada de sangre y conmoción.
El doloroso episodio se registró al mediodía del 14 de agosto de 1968, cuando un grupo de estudiantes de Odontología, Enfermería y Veterinaria manifestaba desde esa casa de estudios, sita en Larrañaga, rumbo a avenida Rivera.
La demostración fue abortada violentamente por las fuerzas represivas. El grupo de estudiantes fue interceptado por efectivos policiales de choque que, sin que mediara ninguna actitud agresiva de los manifestantes, desenfundaron sus armas de reglamento y comenzaron a disparar al bulto.
Ante la lluvia de fuego, el grupo se replegó y regresó sobre sus pasos buscando la protección de la sede universitaria
Según inequívocos testimonios oculares de la época, reproducidos con objetividad incluso por la prensa oficialista, desde una distancia de no más de cuatro metros y abandonando previsibles intenciones intimidatorias, Líber Arce fue baleado por la espalda.
El joven recibió un disparo en una pierna con orificio de salida en la ingle. El balazo, según el dictamen médico conocido pocas horas después, le seccionó la arteria femoral que irriga los miembros inferiores.
Algunos de los participantes en la manifestación, al ver caer al infortunado estudiante en medio de un impresionante baño de sangre, retornaron para prestarle auxilio.
Empero, aunque la Policía les permitió acercarse, inmediatamente los encañonaron con sus revólveres y exigieron la exhibición de documentos, lo que demoró el traslado del herido a un centro asistencial.
El autor del disparo mortal, según se supo, fue el oficial ayudante Enrique Tegiachi.
Durante los incidentes acaecidos frente a la Facultad de Veterinaria, resultaron heridos también otros cuatro estudiantes aunque felizmente de menor entidad.
Al ingresar al Hospital de Clínicas, el estado de Líber Arce era ya crítico. Sus pulsaciones eran muy débiles y había perdido abundante sangre.
La lucha del equipo médico por salvarle la vida resultó casi heroica. Mientras era intervenido quirúrgicamente, el joven entró dos veces en shock y estuvo a punto de morir, aunque en ambas oportunidades fue reanimado.
Tras horas de incertidumbre, el equipo médico informó que se había logrado detener la hemorragia y se practicó un injerto con el propósito de reparar la arteria seccionada por el disparo.
Sin embargo, todo esfuerzo resultó en vano: Líber Arce dejó de existir el 14 de agosto, en medio de una intensa congoja colectiva.
El funeral del mártir es recordado como una de las más conmovedoras demostraciones de dolor, de todo un pueblo que -más allá de credos e ideologías- acompañó el cuerpo sin vida del asesinado estudiante hasta su última morada.
Pero el luto no se agotó ese año en el asesinato de Líber Arce, ya que el 20 de setiembre cayeron para siempre los estudiantes Hugo de los Santos y Susana Pintos, en otra sangrienta jornada represiva que tuvo como escenario la explanada de la sede central de la Universidad de la República.
Ese día, otras zonas de Montevideo fueron profundamente conmovidas, al registrarse cruentos enfrentamientos entre obreros y fuerzas de choque en el Cerro. Hugo de los Santos fue herido de bala cuando comenzó la manifestación estudiantil, tras una reunión de la FEUU en la Facultad de Derecho. Susana Pintos fue herida de muerte cuando intentó auxiliar a su compañero, envuelta en una bandera blanca que no fue respetada. Después caerían Heber Nieto, Walter Medina, Julio Spósito y una larga y dolorosa lista de estudiantes.
La violencia estaba definitivamente instalada en la sociedad uruguaya y arreciaba la represión sobre las fuerzas populares.
Desde ese 1968, el 14 de agosto ha sido asumido por el movimiento estudiantil uruguayo como la fecha de los mártires y no hubo un año, incluso durante la dictadura cívico militar, que no se homenajeara a Líber Arce.
Desde las concentraciones relámpago en la explanada de la Universidad, hasta la lluvia de claveles y rosas rojas en la Biblioteca Nacional, la represión no pudo evitar que los estudiantes recordaran a sus caídos.
Fuente: FEUU
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