Una de las estrategias más utilizadas por la oligarquía para criminalizar y romper las luchas obreras y populares ha sido y sigue siendo la infiltración de agentes provocadores en huelgas o manifestaciones, con el propósito de sembrar disturbios y justificar con ello las posteriores medidas represivas, y si estos disturbios tienen consecuencias mortales, como lo sucedido en Grecia, mejor todavía (para la oligarquía ¡claro está!).
A estas alturas, no nos puede quedar ni una sola duda, y los trabajadores no deben dejar ninguna duda al respecto, de que hechos como la muerte de las tres oficinistas griegas, durante la última jornada de huelga general en Grecia, supuestamente como consecuencia del lanzamiento de un cóctel Molotov, forman parte de esa siniestra estrategia, para criminalizar y romper las luchas obreras, de la que hablaba anteriormente.
Los trabajadores griegos así lo han entendido e inmediatamente después del trágico acontecimiento no han dudado lo más mínimo en denunciar a la oligarquía y a sus agentes provocadores como los responsables de lo sucedido.
Curiosamente el propietario del banco, en el que trabajaban las oficinistas fallecidas, un multimillonario griego, había anunciado recientemente su intención de presentarse a las próximas elecciones griegas. Sin duda, tratará de explotar al máximo este triste incidente en su provecho, y en el que, muy probablemente, participó en la planificación.
A continuación reproduzco unas líneas escritas hace más de 100 años por Jack London, en su magnífica obra "El talón de hierro", en las que advierte a la clase obrera sobre el grave peligro que constituye la estrategia de la "violencia de falsa bandera", usada por la oligarquía con el objetivo de romper sus luchas.
Los Cien Negros fueron una consecuencia de los agentes secretos del capitalismo, y su utilización se inició en las luchas obreras del siglo XIX. Esto está fuera de discusión y fue confesado nada menos que por una autoridad como el comisario del Trabajo de los Estados Unidos en esta época, señor Carroil D. Wright. En su libro titulado "Las batallas del trabajo" se dice que "en algunas de las grandes huelgas históricas los mismos patronos han incitado a actos de violencia" y que durante las huelgas ferroviarias, agentes patronales quemaron vagones para aumentar el desorden. De agentes secretos de este tipo nacieron los Cien Negros; y éstos, a suvez, se convirtieron más tarde en agentes provocadores, arma terrible de la oligarquía."
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