Un grupo de personas ecologistas reivindicó ayer una acción de sabotaje a una plantación de maíz transgénico propiedad de semillas Fitto en el municipio de Guareña, en Badajoz, España.
La acción directa contra campos transgénicos es, junto con la destrucción de dos campos experimentales en Torroella de Montgrí (Gerona) y la destrucción de un campo experimental en Aragón, la cuarta acción de desobediencia civil antitransgénica llevada a cabo en España en los últimos 4 meses.
La acción realizada el domingo 19 de septiembre fue considerada una respuesta a la experimentación del maíz matriculado como SF1035T o MON 810, pariente de otra variedad ya comercializada por la transnacional Monsanto.
La red Ecologistas en Acción consideró que el sabotaje, junto con otras acciones directas llevadas a cabo en los últimos meses en contra de los transgénicos, “son actos de legítima defensa de la salud pública, el medio ambiente, la vida rural y los derechos básicos de la ciudadanía”.
El comunicado anónimo que reconoce el sabotaje señala que los organismos transgénicos o genéticamente modificados (OGM) “representan otra vuelta de tuerca más del modelo agroindustrial, que supondrá, entre otras cosas, la total expropiación a los pueblos de su capacidad para alimentarse por si mismos”.
El maíz MON 810 es una variedad transgénica que produce toxina BT y que, a pesar de sus consecuencias adversas, tanto para la salud de las personas como para el medio ambiente, se cultiva de forma comercial y se consume de forma indiscriminada en España.
Precisamente, dicho país es el único país de la Unión Europea donde esta variedad de maíz se cultiva en grandes extensiones, alcanzando las 76.000 ha en el 2010.
Otro países europeos como Francia, Alemania, Austria, Grecia, Luxemburgo, Irlanda, Polonia, Hungría o Italia tienen una actitud preventiva y han prohibido rotundamente su cultivo.
Acción Ecológica sostiene que son muchos los casos de contaminación de campos de maíz ecológico por maíz transgénico. Esto ha llevado a numerosos productores ecológicos a perder la certificación y el valor añadido de sus producciones.
La peor amenaza es que dichos cultivos transgénicos conllevan la desaparición de la producción nacional de maíz ecológico con la consecuente subida del precio de los piensos ecológicos, lo que perjudica enormemente el sector ganadero ecológico del estado.
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