El señor Fernando Alberti trabajaba en PLUNA como controlador de inventario y, además, presidente del sindicato de esa empresa.
Pero además de todo ello, Alberti tenía una “extra”: durante al menos nueve meses, el sindicalista bajaba los precios de los pasajes selectivamente para ciertas agencias de viaje. La operativa consistía en que las agencias beneficiarias de la maniobra reservaban pasajes al precio que automáticamente les asignaba el sistema y después Alberti, con la complicidad de otra funcionaria de la empresa, entraba al mismo y les hacía una quita.
La maniobra le costó a la extinta aerolínea pérdidas por más de U$S 200.000 y determinó un sumario para Alberti.
En cualquier empresa, una maniobra como la referida termina en despido sin indemnización alguna y, además, una denuncia penal. Pero PLUNA, como ya sabemos, no era una empresa cualquiera sino algo así como un universo paralelo, donde las leyes de la física son diferentes al del universo que habitamos.
Por eso el final de esa historia fue muy heterodoxo, por decirlo suavemente: Matías CAMPIANI se reunió privadamente con el sindicalista Alberti y pactó un acuerdo confidencial por el que este último renunciaba (nunca hubo un despido formal, reportado ante el MTSS) y, además, le pagaban una suculenta indemnización: U$S 250.000.
Sí, sí, leyeron bien: más que las pérdidas que ocasionó a PLUNA. De esa platita acordada, el señor Alberti cobró U$S 180.000 y aún le adeudan los U$S 70.000 restantes. O sea, Alberti además es acreedor.
¿Y qué pasó con la cómplice de Alberti? Renunció pero no ligó un peso.
¿Qué sabía el señor sindicalista que indujo a CAMPIANI no sólo a no despedirlo y denunciarlo sino, encima, comprar su silencio con una abultada “indemnización”?
Es un misterio insondable. Alberti le dijo a “El Observador” que le gustaría contar cómo fue todo pero, lamentablemente, el acuerdo con CAMPIANI se lo impide. Qué bozal tan inconveniente, ¿no?
¿Y el PIT-CNT?
Durante dos meses, los dirigentes Gustavo Signorele e Ismael Fuentes procuraron que no se le aplicaran sanciones drásticas a Alberti.
Es interesante advertir los parámetros éticos de la central sindical, muy parecidos a los de una banda mafiosa: “si es de los nuestros, lo defendemos aunque sea un delincuente”.
Pero luego del “acuerdo confidencial”, se abortó la negociación porque ya no era necesaria y los compañeros de la central sindical quedaron en offside y disgustados. Es difícil de entender por qué ellos pensaron que quien perpetró semejante maniobra iba a tener algún prurito en pactar un acuerdo de esas características con la patronal.
En definitiva, así da gusto ser sindicalista. Porque además de que podés obtener pingües beneficios si la ocasión es propicia, el PIT-CNT te va a respaldar aunque hayas delinquido.
la aerolínea de bandera de URUGUAY, AY, AY, AY.
Defendemos: Cultura, Autodeterminación, Territorio e Identidad